Cuántas veces hemos dicho: ¡es una casualidad!, pero en el fondo sabemos que no es así. Las casualidades no existen, solo el desconocimiento de los acontecimientos que han llevado al resultado que es el que hemos vivido.
Pero no solo existen esos acontecimientos que vivimos como casualidades, sino que hay muchos otros que no percibimos porque no estamos predispuestos a ellos. Hay una gran cantidad de señales alrededor nuestra que no atendemos.
Estas señales pueden tener infinitud de significados, aunque es de seguro que todos llevan un mensaje para nosotros. Cuanta más atención prestemos, más señales podemos percibir y por tanto más guías podemos obtener para nuestra vida.
Hay maneras de afinar esa atención:
- Relajación
Las distintas técnicas de Relajación, el Mindfulness y la Meditación son herramientas muy potentes para calmar nuestra mente, despejarla de ruido y estar más sensibles a cualquier señal que nos llega tanto desde fuera como desde dentro de nosotros.
- Mente abierta
La mente abierta se caracteriza por un pensamiento flexible. No hay rigideces mentales y hace que aceptemos la realidad tal y como es, sin querer imponer nuestro criterio. Esta aceptación y tolerancia hace que no nos metamos en una cubículo estanco sin mirar más allá de nuestros límites.
- Curiosidad
Una característica propia de los niños que mientras nos vamos haciendo adultos vamos perdiendo. La curiosidad, las ganas de aprender, de conocer nuevas cosas, de investigar… todo esto hace que estemos dispuestos a aceptar ciertas cosas que de otra manera no podríamos admitir.
- Experienciar
El experienciar, vivir, actuar; en definitiva, no son más que decisiones voluntarias que nos permiten ir conociendo nuevas posibilidades, realidades y dimensiones que nos hacen crecer, desarrollarnos y evolucionar. Este viajar nos hace tolerantes y respetuoso con lo diferente y lo nuevo.
- Escuchar
Muchas veces acontece de personas que se tiran horas y horas explicando lo que es escuchar. Hablan y hablan y presumen de saber escuchar. Creo que la escucha verdadera es la que se hace con el corazón, con los ojos del alma. Este tipo de escucha es la que nos desarrolla exponencialmente la percepción de las señales.
Carlos Postigo
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